Thursday, September 21, 2006

Continuaciones
Por David Barraza

A veces el ambiente huele a sangre. A sangre de despedidas y de abandono. El abandono es voluntario porque uno se agota de conversar. Las conversaciones siempre llevan a algo, aunque sea a los silencios. Silencios que más que sentirlos el alma, los siente el cuerpo. Porque el cuerpo es el que verdaderamente sufre. Con el sufrimiento se arruga y se reseca la piel. La piel que alguna vez fue tuya y no siempre la acariciaste. Caricias forzadas por ese olor a sangre que de vez en cuando se deja sentir en el ambiente...

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