Soliloquios del confesionario
(Luis Bugarni)
- Su amor por la ciudad quedó sellado con el explosivo abrazo que se dieron justo después de que se arrojó de un quinto piso.
- Si me hubiera dicho que todo era una broma, no jalo el gatillo.
- La puta no me cobro, y no se por qué me sentí ofendido.
- Escribir es un acto de irresponsabilidad estética.
- La preocupación, y no la escritura, te hace escritor.
Tuesday, August 29, 2006
Monday, August 28, 2006
Thursday, August 17, 2006
Wednesday, August 16, 2006
Monday, August 14, 2006
Tuesday, August 01, 2006
El Cafe de Nicanda
por David Barraza
Como todas las mañanas, despertó el Café de Nicanda. Las sillas sobre las mesas y los rayos del sol dorando los gastados rincones de madera. Cuando yo entro, Nicanda siempre aparece. Hoy me pareció verla más vieja que nunca. Con su paso lento y difícil. Sus arrugas y los desiertos de soledad.
Me siento en la misma mesa de siempre y ella siempre con esa gran sonrisa. Ya no se atreve a preguntarme que voy a pedir, porque sabe que vine por lo mismo de todas las mañanas: su sonrisa y un café.
por David Barraza
Como todas las mañanas, despertó el Café de Nicanda. Las sillas sobre las mesas y los rayos del sol dorando los gastados rincones de madera. Cuando yo entro, Nicanda siempre aparece. Hoy me pareció verla más vieja que nunca. Con su paso lento y difícil. Sus arrugas y los desiertos de soledad.
Me siento en la misma mesa de siempre y ella siempre con esa gran sonrisa. Ya no se atreve a preguntarme que voy a pedir, porque sabe que vine por lo mismo de todas las mañanas: su sonrisa y un café.
