La tierra giró para acercarnos
De Eugenio Montejo

La tierra giró para acercarnos,
giró sobre sí misma y en nosotros,
hasta juntarnos por fin en este sueño,
como fue escrito en el Simposio.
Pasaron noches, nieves y solsticios;
pasó el tiempo en minutos y milenios.
Una carreta que iba para Nínive
llegó a Nebraska.
Un gallo cantó lejos del mundo,
en la previda a menos mil de nuestros padres.
La tierra giró musicalmente
llevándonos a bordo;
no cesó de girar un solo instante,
como si tanto amor, tanto milagro
sólo fuera un adagio hace mucho ya escrito
entre las partituras del Simposio.

Abelardo y Eloisa
Por David Barraza

Con las calles húmedas por la llovizna de la noche anterior, despierta Lisboa. Sus pájaros empiezan a buscar un lugar entre los cables y farolas para contemplar el trajín de su gente. En especial de aquellos dos enamorados que desde hace ya varios meses están planeando su huida. Necesitan estar solos, compartir el sudor y la cama. La prisa los llama y todos los lazos que los unen a esta tierra dejarán de existir a partir de hoy.

Se han citado en el motel. Ahí harán un último recuento. Algunos besos y caricias. Complicidades y miedos compartidos. Deseos y frustraciones; y después lanzarse al vació. Crecer, no depender. Amar sin restricciones, sin limitaciones, sin miradas y sin juicios. Abelardo tiene 15 y Eloisa 16…

Continuaciones

Por David Barraza

A veces el ambiente huele a sangre. A sangre de despedidas y de abandono. El abandono es voluntario porque uno se agota de conversar. Las conversaciones siempre llevan a algo, aunque sea a los silencios. Silencios que más que sentirlos el alma, los siente el cuerpo. Porque el cuerpo es el que verdaderamente sufre. Con el sufrimiento se arruga y se reseca la piel. La piel que alguna vez fue tuya y no siempre la acariciaste. Caricias forzadas por ese olor a sangre que de vez en cuando se deja sentir en el ambiente...

Diferent Points of View
Por David Barraza

Both Sides of Beuty

Por David Barraza

Mis manos se aferraron a sus pechos como tablas salvavidas. A su sudor y a sus toxinas. A su placer y a su dolor. A su alegría y frustración.

Por David Barraza

Desierto
Por David Barraza

Me siento tras mi escudo. Me protejo de mis miedos. Detrás de la maquina de escribir siempre hay seguridad. Me asusta la gente. Sus grandes ojos y perfectos rostros. Su manera de mirar, de caminar, de hablar y de sentir. Los veo consumir ideologías políticas y religiosas cuando estas se ponen de moda. No entienden lo que hablan pero lo hacen elocuentemente. Me gusta la soledad, esa soledad que a veces me mata y a veces me hace vivir. Me gustas tú y lo sabes. Me gustas porque no me cuestionas. Me gustas porque eres tú. Me gustas porque eres lo que no soy yo, y a la vez eres mis temores. Quiero salir a la calle a deshacer mi destino. Es bueno estar en el suelo y equivocar el camino. Y por ahora, nada de lo que me digan, va a sacarme de este enorme desierto.

Las palabras
Por David Barraza

Mi obsesión ha crecido. En este mes, una gran cantidad de revistas de todo tipo, han invadido los estantes de mi recamara y de mi estudio. Creo que las letras no merecen ser tiradas, quemadas ni recicladas. Mi preocupación no es por el papel, sino por las letras y todo lo que éstas pueden decir. Guillermo Arriaga dice que el lugar común que más detesta es decir que una imagen vale más que mil palabras. Tiene razón. No hay nada mas poderoso que una palabra, solo hay que saberla leer. En el mas reciente número de la revista Fahrenheit me encontré a una extraordinaria escritora, Clarice Lispector, quien sentencia lo siguiente: "Quiero escribir el borrón rojo de la sangre con gotas y coágulos goteando de dentro para dentro... Que no me entiendan poco me importa"